Sí, amigos, es verano y el helado de pronto se vuelve en un must en nuestro día a día de calor. ¿Eres de los que dicen que podrían comerse 2 tarrinas de un litro de una sentada? ¿O de los que prefieren probar todos los nuevos sabores del súper? ¿Te preocupa dejarte el sueldo en este frío manjar? ¿O te sientes amenazado por la línea curva que está trazándose en tu panza desde que no te separas de la cucharilla? Venimos con soluciones para todos. Habemus helado casero.

Sí, amigos, es verano y el helado de pronto se vuelve en un must en nuestro día a día de calor. ¿Eres de los que dicen que podrían comerse 2 tarrinas de un litro de una sentada? ¿O de los que prefieren probar todos los nuevos sabores del súper? ¿Te preocupa dejarte el sueldo en este frío manjar? ¿O te sientes amenazado por la línea curva que está trazándose en tu panza desde que no te separas de la cucharilla? Venimos con soluciones para todos. Habemus helado casero.
No hay nada como hacer las cosas uno mismo para que salgan exactamente como queremos. El helado no es una excepción a esta norma, y lo mejor de todo es que se puede amoldar a lo que prefieras en cada momento: si un día te apetece el summum de la cremosidad, puedes hacerlo, si te sientes más light, también. Y si optas por un sorbete, ¡adelante!
Además, siempre será más saludable que lo que puedas encontrarte por ahí, porque puedes elegir ingredientes de calidad y evitar los aditivos que suelen llevar los helados industriales. Aunque el azúcar sea un ingrediente clave en la preparación del helado (no solo endulza, sino que también baja el punto de fusión: cuanto más azúcar más tarda en congelarse la mezcla), podemos sustituirlo por otros ingredientes menos dañinos.
¿Vamos paso por paso?
Una buena base
Eso es, a veces la clave de todo está en la base. Es lo que le va a dar consistencia a tu helado, el sabor estrella se lo añades después. Puedes hacer tu base con yogur, que tiene un sabor suave y neutro, y además te permite jugar con las texturas: el yogur Griego aportará un extra de cremosidad, y con uno más ligero obtendrás un helado menos calórico y light. Remueve el yogur hasta que quede suelto y homogéneo, y ponlo a congelar. Para los más golosos, podéis probar con añadirle un poco de miel. 🙂
Si prefieres un helado full fruity, una buena base es el plátano, porque es una fruta dulce, pero con un sabor plano y que empasta bien con cualquiera. Solo tienes que elegir plátanos maduros y congelarlos en rodajitas.
Saborrrr
¿De qué quieres que sea tu helado? Fresas, mango, frambuesas, ¡anda que no hay opciones! Elige las frutas que quieras, pártelas en trocitos, ¡y al congelador! Te recomendamos que partas suficientes para varias veces, pero que te dé tiempo a consumir en una semana.
Bate que bate
Es hora de mezclar la base que ya tenías preparada con las frutas troceadas y congeladas. Bátelo con batidora, Thermomix, lo que tengas: ¡no hay excusas! Tienes que intentar que la textura quede cremosa, pero sin pasarnos (a no ser que quieras un batido), y esto dependerá de la máquina que usemos… ¡Hay que encontrar el punto justo!
Toque del chef
Ya casi estamos. Ahora te toca elegir bando: ¿eres un fan del helado tradicional? Añade leche de coco pura a tu mezcla, quedará más cremoso. ¿Enamorado del sorbete? Añade algún zumo o infusión que creas que combina con el sabor de tu helado.
Normalmente la proporción es: 100 gramos de líquido frío por cada 400g de fruta congelada.
¿Y los toppings?
Sí, a nosotros también nos encantan. Es el momento de transformar tu obra en una fantasía: libre albedrío. ¿Qué tal unos arándanos, nueces o cachitos de chocolate negro? 😉
Enjoy!
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